Que mi oración siempre te agrade, Señor,
Más quiero que sea porque mis obras te agradan.
Que una sea grato incienso,
Que las otras sean ofrenda.
Allí está, peligrosa como es,
La lengua mal de todos.
Guárdala Señor, séllala,
Que su puerta no se abra,
Si no es para alabarte.
Súbdito del pecado, corazón,
Ya tienes en Dios otro Señor.
No más te inclines ante el mal,
Sea el Señor quien te gobierne ya.
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