Marzo 30, Lectura: Romanos
6:1-7
“En ninguna manera”
Estas palabras son la respuesta a una pregunta que el apóstol formula:
“¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (v. 1). Con el verbo
perseverar, Pablo describe la práctica del pecado habitual por alguien que
permanece en un estilo de vida de pecado, pensando que es aceptable para que
sobreabunde la gracia. Si la frase es categórica, el por qué lo es más: “los
que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (v. 2).
La idea que está detrás de la palabra bautismo es sumergir, y hemos de
entender que cuando se dice “bautizados en Cristo”, estamos diciendo que
estamos sumergidos en él, en su muerte. Para Pablo esto es algo fundamental que
debe saberse (v. 3).
El bautismo (sumersión) en agua, ilustra lo que debe ser una realidad
en el creyente: haber muerto al pecado. Esto debe ser visible desde el día en que creímos, por eso la vida nueva (v. 4; 2 Corintios 5:17).
Ahora el apóstol ilustra la misma situación de la que viene hablando
con la acción de ser plantados con Cristo en la semejanza de su muerte, para
serlo también en la de su resurrección (v. 5).
La muerte del viejo hombre es un hecho acontecido cuando creímos en
Cristo para salvación; fue crucificado con Cristo y hay dos propósitos en esto
(v. 6): (a) Para que el cuerpo del pecado sea destruido; (b) Para que ya no
sirvamos más al pecado.
La conclusión amplía lo ya visto de la justificación: Sólo el que ha
muerto es justificado de su pecado (v. 7).
Sana doctrina: (a) He de morir para ser justificado de pecado; (b) Sepultados,
plantados con Cristo: muerte y resurrección; (c) El viejo hombre fue
crucificado con Cristo…
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