Marzo 31, Lectura: Romanos
6:8-14
Morir con Cristo
Esta experiencia hemos de unirla a nuestra fe, creyendo que también
viviremos con él.
Dos veces en este capítulo seis el apóstol usa el gerundio del verbo
saber, la primera vez en relación a “que nuestro viejo hombre fue crucificado
con” Cristo (v. 6); la segunda, en relación a “que Cristo, habiendo resucitado
de los muertos, ya no muere” (v. 9). El
gerundio “sabiendo” hemos de entenderlo como algo ya vivido, como experiencia,
como una realidad constante. Con respecto a la primera, ¿es su experiencia? La
segunda es toda una realidad porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por
los siglos” (Hebreos 13:8); vive “por
los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1:18).
Si unimos los dos hechos: morimos con Cristo y Cristo ya no muere,
deducimos que así como en Cristo, la muerte no se enseñorea más de nosotros,
porque morimos y vivimos con él (vs. 8, 9, 14).
Nosotros y Cristo en cuanto al pecado y Dios: Muertos y vivos
respectivamente.
Acciones que debe procurar el que ha muerto con Cristo: (a) No debe
reinar el pecado en nuestro cuerpo; (b) No debo presentar mis miembros al
pecado.
Ya no soy instrumento de iniquidad, estoy vivo y mis miembros ahora
son instrumentos de justicia (vs. 12-13).
Sana doctrina: (1) “Si morimos con Cristo, creemos que también
viviremos con él”; (2) “Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no
muere; la muerte no se enseñorea más de él”.
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