Marzo 1, Lectura: Salmo 137:1-138:8
Salmo 137
Podríamos decir que en este Salmo el pueblo se estaba haciendo la
víctima (vs.1-3). Ellos estaban en Babilonia por su idolatría. Lo que los
babilonios les pedían hasta podría uno decir que eran actos de simpatía:
“cantadnos algunos de los cánticos de Sión” (v. 3). A veces así somos y no reconocemos que estamos
sufriendo porque no hemos sido buenos
hijos de Dios.
Cuando estaban en Jerusalén, habían olvidado completamente lo que era la
ciudad, para Dios; y la destreza de sus
manos, no sólo la diestra, la habían usado en la fabricación de ídolos; ahora
decían que era el “preferente asunto de mi alegría” (v. 6). ¿Apenas? También a
veces somos así.
Clamaban venganza en lugar de un arrepentimiento sincero (vs. 7-9).
No somos mejores que ellos, así que, tengamos cuidado.
Salmo 138
Este Salmo es diferente al anterior, pues la actitud de alguien que está
en tierra extraña, con otros dioses es diferente. Aquí hay alabanza,
testimonio, adoración (vs. 1-3). También
nosotros debiéramos ser así.
Qué importante es testificar de nuestra fe en Cristo delante de los
que no le conocen (vs. 4, 5).
Qué diferente es tener confianza en Dios a estarse quejando, aunque
las circunstancias no nos sean favorables. Qué importante es entender que Dios
tiene un propósito para nosotros en todo momento de nuestra vida, aunque sea
doloroso (v. 7). Hagamos nuestras las
últimas palabras de este Salmo: “No desampares la obra de tus manos” (v. 8).
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