Marzo 20, Lectura:
Romanos 2:17-24
El judío
El judío se apoya en la ley, se instruye en la ley, tiene en la ley la
forma de la ciencia y la verdad, se jacta de la ley (vs. 17, 18, 20, 23), pero
todo esto no los justifica, por estas
razones: (a)
Cuántos como el judío se apoyan en la religión. Tristemente estas
personas con frecuencia rechazan el evangelio, porque sienten que no tienen
necesidad de Cristo. La religión es un apoyo que tal vez, les haga sentirse
bien, pero no lleva al cielo. “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la
vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Si no se apoya en esta
verdad, entonces su apoyo es falso.
Cuántos como el judío confían en que haciendo buenas obras tienen
ganada la salvación. La salvación es por gracia, por medio de la fe, no es por
obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8, 9).
Y qué con aquellos que como el judío, tienen toda una estructura
religiosa, un sistema religioso, pero no entienden que un grupo de hombres y de
mujeres reunidos en el nombre de Jesucristo, al que tienen como cabeza, forman
la Iglesia, que él compró con su sangre.
Lo más triste de todo es que con su religión, sus buenas obras y su sistema religioso, la conducta sigue
siendo funesta, porque todo lo que saben y hacen no encuentra expresión en esa
conducta. Su descrédito es una de las consecuencias que esto ocasiona.
Sana doctrina: La conducta es funesta si lo que se sabe o se hace no
encuentra expresión en tal conducta.
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