Marzo 2, Lectura: Salmo 139:1-24
Dios es Omnisciente, es decir, que todo lo sabe (vs. 1-6). En versos
que nos parecen contundentes, el salmista demuestra esto; baste una muestra:
“Aún no está la palabra en mi lengua, y… la sabe toda” (v. 4). Tengamos cuidado
con lo que decimos, que no sea “palabra ociosa” (Mateo 12:36).
Antes que asustarnos por esto, como al salmista, “tal conocimiento”
nos debe parecer “demasiado maravilloso”, y si, al menos yo, “no lo puedo
comprender” (v. 6).
Dios es Omnipresente, es decir, que está en todo lugar (vs. 7-12).
Para demostrar esto, el salmista escribe también hermosos versos que cautivan y
maravillan; baste también una muestra: “Si tomare las alas del alba y habitare
en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra” (vs.
9, 10). No esperemos más, confiemos en Dios, por medio de Jesucristo (Efesios
3:12).
Dios es Omnipotente, que quiere decir, que todo lo puede (vs. 13-18). Lo
que cada uno de nosotros somos es una formidable y maravillosa obra de Dios.
Los versos citados, uno tras otro así lo demuestran. ¿Qué le parece este? “Mi
embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (v. 16). No es por
casualidad ni por evolución, es el formidable y maravilloso poder de Dios.
En Efesios 2:10 leemos: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús…”. Alguien ha interpretado la frase “hechura suya” como: obra maestra.
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