Marzo 28, Lectura: Romanos 5:1-11
“Justificados… por la fe…”
La justificación es la declaración de inocencia que Dios hace del
hombre por medio del Señor Jesucristo. Es por la fe y da paz con Dios (v. 1).
En un tribunal, cuando el jurado declara culpable al enjuiciado, el
juez dicta la sentencia que corresponde, y la puerta que se abre para el
culpable es la de la prisión. El hombre merecía lo mismo, pero Dios en su
infinita misericordia, abre la puerta de su gracia (v. 2).
Tres cosas en las que se gloría el que es puesto en libertad: (a) “En
la esperanza de la gloria de Dios”, porque se abre ante él un horizonte nuevo,
lleno de luz, muy diferente a la oscuridad de una prisión; es una vida en
libertad que también repercute en lo cotidiano (v. 2); (b) En las
tribulaciones, que irán produciendo facetas de un nuevo carácter, templado en
el sufrimiento, pero también en el amor de Dios, contrario al sufrimiento en
prisión que lo único que iría produciendo sería resentimiento y dureza en el
corazón, que no tiene el Espíritu Santo (vs. 3-5); (c) “En Dios por el Señor
Jesucristo”, quien nos reconcilió (v. 11).
Los tiempos de nuestra salvación: “cuando… éramos débiles”; cuando
Cristo murió (Gálatas 4:4).
¿Quién moriría por quién? Tal vez se haría por un justo o por un
bueno, pero Cristo murió por nosotros, pecadores a quienes Dios mostró su amor
(v. 8).
Un valor agregado a todo esto que encontramos en la frase “mucho más”
(vs. 9,10): (a) Somos salvos de la ira; (b) Somos salvos por la vida de
Jesucristo.
Sana doctrina: La justificación.
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