El enemigo de los judíos murió,
Y su casa, el rey la dio a Ester,
Y a Mardoqueo su anillo.
Más no todo ha terminado,
Pues vigente aún estaba
El designio que Amán había tramado.
Por eso Ester, a los pies y
llorando,
Ruega al rey que dé la orden,
Y revoque larden de destrucción.
No puede hacer eso el rey,
Porque lo que se ha escrito,
No puede ser revocado.
Pero aconseja que se escriba,
Un edicto que permita,
A los judíos defenderse.
Por la medida tomada,
Hubo luz y alegría,
Gozo y honra en los judíos.
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