Diciembre 10 Lectura: Esdras 8:1-36
“La buena mano de nuestro Dios”
Esta es una frase típica de Esdras, la usó en situaciones donde sólo
el Señor podía cambiar el panorama desalentador o pesimista que se pudiera vislumbrar.
Esdras necesitaba sacerdotes que no encontró entre los que habían subido con él
de Babilonia, por eso envió hombres doctos a Iddo, un jefe, para que le
trajeran ministros para la casa de Dios (vs. 15,17-20). También pensó en
seguridad, por eso, pidió al Señor camino derecho para todos ellos, en lugar de
pedir tropa al rey (vs. 21, 22, 31).
Esdras también apartó a doce principales de los sacerdotes, Serebías y Hasabías y diez de sus hermanos, a
quienes les encomendó el resguardo de la “ofrenda que para la casa de Dios
habían ofrecido…”. Este fue un acto de consagración. El encargó de esta
comisión sería vigilar y guardar la ofrenda hasta su llegada a Jerusalén (vs.
24-34).
El final de esta historia culmina con el ofrecimiento de holocaustos a
Jehová (v. 35).
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