Diciembre 18 Lectura: Nehemías 7:1-8:18
El gozo del Señor es nuestra fuerza
Al terminar la edificación del muro, se designaron porteros, cantores
y levitas. Esto nos habla de orden en lo material pero también en lo
espiritual. Seguridad, alabanza y adoración es lo que se mostraría más que sólo
muros. A su hermano Hanani y a Hananías, varón de verdad y temeroso de Dios, les
dio el encargo de no abrir las puertas de Jerusalén, sino hasta que calentara
el sol. Dios continúa necesitando esta clase de hombres entre su pueblo (7:1-4).
Leemos que había poca gente y la ciudad. ¿Cuánta había? Leemos que Dios
puso en el corazón de Nehemías censar al pueblo, y apoyado en los registros de
Esdras (Esdras 2:1-70) encontró que la congregación era de cuarenta y dos mil trescientos
sesenta, más sus siervos y siervas siete mil trescientos treinta y siete, más
cantores y cantoras doscientos cuarenta y cinco. El ganado era de ocho mil
ciento treinta y seis entre caballos, mulos, camellos y asnos (7:66-69). Hubieron
también ofrendas en oro, plata y en especie. Así habitó todo Israel en sus
ciudades (7:5-73).
Un cuadro hermoso es el pueblo
reunido como un solo hombre delante de la puerta de las Aguas, para leer la
ley. Esdras la leyó (8:1-12). De esto destacamos que: (a) Se congregaron
hombres y mujeres, todos los que podían entender; (b) Se leyó desde el alba
hasta el mediodía y el pueblo estaba atento; (c) Esdras leyó desde un púlpito,
para estar más alto; (d) Hubo bendición y adoración al Señor; (e) Algunos
levitas hacían entender al pueblo la ley; (f) La lectura era clara y con
sentido; (g) Ese día se declaró santo al Señor y no tenían que llorar; (h) Convivieron
y hacen del Señor , el gozo de su fuerza.
Al otro día siguieron aprendiendo, por eso fue que celebraron la
fiesta de los tabernáculos, la de los siete días, y terminan en solemne asamblea (8:13-18).
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