Diciembre 21 Lectura: Nehemías 11:1-12:47
Morar en Jerusalén
Se daba esta oportunidad y, ¿cuántos desearían ser de los que serían
escogidos para esto? Los jefes del pueblo, por su jerarquía lo harían, pero el
resto del pueblo tenía que esperar a un sorteo, en el que uno de cada diez
moraría en Jerusalén; los nueve restantes morarían en las otras ciudades
(11:1). Sin embargo, también hubieron quienes se ofrecieron voluntariamente; el
pueblo los bendijo (11:2). Había algo especial en el desafío de vivir en Jerusalén:
(a) Se tenía que reajustar el punto de vista de las cosas materiales; (b) Se tenían
que reajustar las prioridades sociales, porque se dejarían amigos y familia de
la vieja aldea; (c) Se debería tener cierta actitud para soportar los problemas
de un pueblo fantasma. La ciudad no se veía tan gloriosa y se necesitaba
generar fuentes de empleo (d) Se tenía que vivir sabiendo que serían un blanco
para el enemigo. Medite en esto y considere que para ir a morar al cielo, se requiere de lo mismo.
En el capítulo doce leemos de la dedicación del muro (v. 27). Se hizo
fiesta con alabanza. Todos y todo fue purificado (v. 30). Dos coros caminando
sobre el muro en sentidos opuestos llegaron a la casa de Dios (vs. 31, 40). Se
sacrificaron numerosas víctimas y se regocijaron todos, de tal modo que el
alborozo de Jerusalén se oía desde lejos (v. 43).
Como los sacerdotes, cantores y porteros habían cumplido todo
servicio, se establecieron mecanismos que permitieran recoger lo que hiciera
falta para su sostenimiento.
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