Noviembre 27 Lectura: 2 Corintios 3:1-4:6
A cara descubierta
Cartas (3:2.3): Esto es lo que habrán de ser los creyentes en el
corazón de aquellos que se consideren sus padres en la fe. Un aspecto
interesante es que como “cartas” hemos de ser “conocidas y leídas por todos”. Hagamos
manifiesto que somos carta de Cristo, escrita con el Espíritu en tablas de
carne del corazón.
Nuestra competencia (3:5,6): El aspecto con el que nos quedamos en
este punto es que somos competentes por Dios. Seamos humildes por esta
maravillosa verdad.
Ministerios (3:6-12): El Señor nos hace ministros competentes del
nuevo pacto, este es el del espíritu, el cual tiene más gloria que el
ministerio de muerte grabado en letras de piedra. Este pereció, pero el más
glorioso permanece. Hermosa esperanza.
Los hijos de Israel 3:13-16): Tenemos aquí una explicación del porqué
Moisés tuvo que poner un velo sobre su rostro cuando descendió del monte: “Para
que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de
ser abolido”. Sin embargo, su entendimiento se embotó, por lo que para ellos,
el velo sigue sin ser descubierto, está sobre su corazón. Esto lo hará Cristo
cuando se conviertan.
Hermosas palabras las que nos dicen que donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad; por eso miramos la gloria del Señor, siendo
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, y el Espíritu tiene un
papel relevante. (3:17,18).
Nuestra actitud ante el ministerio (4:1-6): (a) No desmayamos; (b)
Conservamos la pureza de la Palabra; (c) Nosotros no somos el tema de la predicación,
su tema es Cristo el Señor. Somos siervos; (d) Lo que se busca es iluminar “del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
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