Noviembre 24 Lectura: 1 Corintios 16:21-24
Una puerta abierta
Acerca del manejo de las ofrendas para los santos, las Escrituras
señalan que cada domingo se ponga aparte algo, según haya prosperado y que lo
guarde. Así de esa manera no se recogerían cuando Pablo llegara. Ya para
entonces tenía que haber designado por carta a que los enviaría para que
llevaran el donativo. En caso de ser necesario, Pablo iría con ellos (vs. 1-4).
Son puntos importantes a considerar para casos similares.
Una visita del apóstol Pablo debería significar mucho para la iglesia
en cuestión, aunque fuera en invierno. Hacer algo por el apóstol debería ser
una motivación adicional (vs.5-7).
Una puerta abierta, grande y eficaz, tenía Pablo ante sí; eso era
Efeso, aún con todo y adversarios (vs. 8,9).
Dos hermanos a quienes Pablo considera: Timoteo y Apolos. Aquel debía
estar tranquilo por la obra, no debía ser tenido en poco, se le debía encaminar
en paz. Este no había tenido voluntad de ir a ver a los hermanos. ¡Cuánta
consideración del apóstol para ellos (vs. 10-12)!.
En el saludo final vemos cuatro mandatos: Velar, estar firme en la fe,
portarse varonilmente y esforzarse (v. 13). Que sean también para nosotros. El sello de calidad con la que hemos de hacer todas las
cosas es el amor (v. 14). Es reconfortante saber de hermanos que se dedican al
servicio, que ayudan o trabajan, que suplen y confortan. Los saludos de otros
también confortan. El apóstol comprometido con lo escrito. Unas palabras
solemnes: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene”.
Dos cosas para los corintios de parte del apóstol, también para nosotros: la gracia
del Señor Jesucristo y el su amor en
Cristo Jesús (vs. 15-24).
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