Noviembre 3 Lectura: Salmo 103: 1-22
Bendice, alma mía…
Nuestra alma y ser completo ha de bendecir al Señor; las razones que
enumera el salmista tienen que ver con los beneficios que el Señor da a sus
hijos; destacamos el perdón de todas nuestras iniquidades (vs. 1-5).
La paciencia del Señor es algo en lo que también podemos pensar:
Porque es misericordioso, clemente y lento para la ira es que no ha hecho con
nosotros conforme a nuestras iniquidades; no nos paga conforme a nuestros
pecados; y nuestras rebeliones las alejó de nosotros tanto como está
lejos el oriente del occidente; además, conoce nuestra condición y se acuerda
de que somos polvo (vs. 6-14).
Ante la fragilidad del hombre, está la misericordia de Dios que es
desde la eternidad y hasta la eternidad. En su misericordia hallemos refugio
(vs. 15-18).
El Salmo termina con cuatro bendiciones más: de los ángeles, de sus
ejércitos, ministros suyos, de sus obras y mi alma. En los tres primeros hay
obediencia (vs. 19-22). ¿La hay en nuestra alma (1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos
4:12; 1 Pedro 1:22; 2:25)?
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