Noviembre 22 Lectura: 1 Corintios 15:1-23
La resurrección
Para ser salvos, no debe creerse en vano el evangelio que se predica,
pero se ha de recibir, perseverar y retener la Palabra (vs. 1,2).
El evangelio que el apóstol predicaba y que se predica hasta el día de
hoy es que Cristo murió por nuestros pecados; fue sepultado y resucitó al
tercer día conforme a las Escrituras; apareció a los discípulos y a más de
quinientos hermanos y al último a Pablo, que se llama a sí mismo, el más
pequeño de los apóstoles (vs. 3-9). Que la fe le lleve a él y sea salvo, tendrá
la vida eterna.
Pablo dice ser el más pequeño de los apóstoles, y que sin ser digno,
por la gracia de Dios era apóstol (v. 10). Hoy lo llamamos el gran apóstol de
los gentiles y es un reconocimiento bien merecido.
Pasamos al tema de la resurrección de Cristo y anotamos lo siguiente:
Es parte importante de la predicación,
sin embargo, ya desde entonces, como hoy, algunos niegan que haya resurrección
(v. 12). Un punto fuerte que resulta de
esto es que si no hay resurrección, entonces (a) Cristo no resucitó (v. 13); (b)
la predicación y la fe vienen a ser vanas (v. 14); (c) los creyentes son falsos
testigos de Dios (v. 15); (d) aún estamos en pecado (v. 17); (e) los que
durmieron en Cristo perecieron (v. 18); (f) somos los más dignos de
conmiseración (v. 19). Más Cristo en verdad resucitó, primicias de los que
durmieron fue hecho. No se olvide que la muerte entró por Adán y por Cristo la
resurrección y que en Cristo todos serán vivificados en su venida (vs. 20-23).
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