Noviembre 10 Lectura: 1 Corintios 3:1-23
Cristo, el único fundamento
Los servidores de Cristo han de tener una vida espiritual probada, de
no ser así, o son carnales o son niños en Cristo. En esta condición no son
capaces de nutrirse con alimento sólido, están propensos a los celos, contiendas y
disensiones, y más aún, son parte o promueven un sectarismo en la iglesia que
en muchos de los casos, provoca divisiones (vs. 1-5).
El servicio al Señor es como la labor del campo, en la que el que
planta y el que riega son una misma cosa; el que es algo es Dios, que da el
crecimiento (vs. 6-8). La conclusión a esto se resume en una palabra:
colaboradores (v. 9).
La iglesia es como un edificio, y la gracia de Dios le dio al apóstol la
responsabilidad que como perito arquitecto pusiera el fundamento. El único que
podía ponerse era la persona y obra de Jesucristo.
Sobre el fundamento puesto otros podrían edificar encima, cada uno,
mirando como lo hace. Entre lo que se puede sobreedificar está el oro, la plata
y piedras preciosas, pero también, madera, heno y hojarasca. Como el elemento
de prueba es el fuego, es claro lo que va a quemarse (vs. 10-15).
Los creyentes son templo de Dios y morada del Espíritu, debe cuidarse
porque hay consecuencias si no se hace (vs. 16,17).
Dentro de todo esto se le previene al creyente acerca de la sabiduría
de este mundo, porque es insensatez para con Dios. El secreto para llegar a ser
sabio es hacerse ignorante. Lo que más debe importarnos es que somos de Cristo
(vs. 18-23).
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