Abril 5, Lectura: Romanos
8:1-9
Carne vs. Espíritu
De la manera en que ande depende la seguridad del que está en Cristo
Jesús: Conforme a la carne o conforme al Espíritu; para quien anda conforme al
Espíritu no hay condenación (v. 1). Ante la desesperanza, y porque perdíamos
vez tras vez la lucha, Dios proveyó en Cristo, la solución a nuestra
incapacidad. Ahora somos capaces mediante la ayuda del Espíritu Santo, de vivir
la nueva vida en Cristo. Ahora, la ley del Espíritu, nos libra de la ley del
pecado (vs. 1,2).
Cristo vino a este mundo, enviado por su Padre, en semejanza de carne
de pecado, es decir, en forma de hombre (v. 3), y en esta condición, condena al
pecado. Como fue en “semejanza”, afirmamos que, a diferencia de todos los
hombres, Cristo no estuvo marcado por el pecado, por eso pudo afrontar todo en
nuestro lugar.
La carne contra el Espíritu:
1.) Ser de la carne no es sólo pensar en las cosas de la carne, sino también
ocuparse de ella y seguir sus designios, esto es estar en una insubordinación
constante. Esto no es agradable a Dios (vs. 5-8).
2. Ser del Espíritu es pensar en las cosas del Espíritu, ocuparse de
él. Esto es prueba de que mora en nosotros, porque “si alguno no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de él” (vs. 5-9).
Cómo andas: conforme a la carne o conforme al Espíritu.
Sana doctrina: (1) Cristo fue verdadero hombre, pero sin la marca del
pecado; (2) Dos maneras de andar: Una, conforme a la carne, otra, conforme al
pecado, ¿de qué manera andas? (3) Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de él.
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