domingo, 5 de abril de 2020

Más que la miel


Abril 5,  Lectura: Romanos 8:1-9
Carne vs. Espíritu
De la manera en que ande depende la seguridad del que está en Cristo Jesús: Conforme a la carne o conforme al Espíritu; para quien anda conforme al Espíritu no hay condenación (v. 1). Ante la desesperanza, y porque perdíamos vez tras vez la lucha, Dios proveyó en Cristo, la solución a nuestra incapacidad. Ahora somos capaces mediante la ayuda del Espíritu Santo, de vivir la nueva vida en Cristo. Ahora, la ley del Espíritu, nos libra de la ley del pecado (vs. 1,2).
Cristo vino a este mundo, enviado por su Padre, en semejanza de carne de pecado, es decir, en forma de hombre (v. 3), y en esta condición, condena al pecado. Como fue en “semejanza”, afirmamos que, a diferencia de todos los hombres, Cristo no estuvo marcado por el pecado, por eso pudo afrontar todo en nuestro lugar.
La carne contra el Espíritu:
1.) Ser de la carne no es sólo pensar en las cosas de la carne, sino también ocuparse de ella y seguir sus designios, esto es estar en una insubordinación constante. Esto no es agradable a Dios (vs. 5-8).
2. Ser del Espíritu es pensar en las cosas del Espíritu, ocuparse de él. Esto es prueba de que mora en nosotros, porque “si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (vs. 5-9).
Cómo andas: conforme a la carne o conforme al Espíritu.  
Sana doctrina: (1) Cristo fue verdadero hombre, pero sin la marca del pecado; (2) Dos maneras de andar: Una, conforme a la carne, otra, conforme al pecado, ¿de qué manera andas? (3) Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

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