Abril 19, Lectura: Romanos 14:1-9
El
débil en la fe
Recibir
o aceptar al
débil en la fe no es
para contender sobre opiniones.
Hemos de reconocer que este asunto es serio, pues se nos está advirtiendo el no
hacer de la madurez espiritual un requerimiento para el compañerismo. Sepamos
distinguir entre el que es débil y el que es rebelde.
¿Por qué un creyente puede ser débil?
(a) Porque son niños en Cristo (1 Corintios 3:1; 14: 20; Efesios 4:14);
(b) Porque pueden estar enfermos espiritualmente (Tito 1:13; 2:2); (c) Porque
pueden estar desnutridos: les falta enseñanza (1 Timoteo 4:13); (d) Porque
pueden estar faltos de ejercicio: necesitan exhortación (1 Timoteo 4: 7, 8,
13).
Una cosa muy cierta: El
hermano fuerte no
va a eliminar los
escrúpulos del hermano
débil, porque es tarea de cada quien hacerlo, sin embargo, Dios tiene
comunión con ambos y a pesar de críticas que se pudieran dar, el Señor es
poderoso para hacerle firme.
Una clave para este asunto es que cada uno esté convencido en su
propia mente, es decir, decisiones
inteligentes y honestas en base a la capacidad
de cada uno. Esto habrá de llevar a decidir que tanto lo que se hace
como lo que no se hace es para el Señor.
Anoto el versículo ocho para
meditar su contenido en el contexto de que ninguno vive para sí, y ninguno
muere para sí: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el
Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos”.
Sana doctrina: Cristo murió y resucitó, y volvió a vivir para ser Señor
de muertos y de vivos.
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