domingo, 19 de abril de 2020

Más que la miel


Abril 19,  Lectura: Romanos 14:1-9
El débil en la fe
Recibir o aceptar al débil en la fe  no es para contender sobre opiniones. Hemos de reconocer que este asunto es serio, pues se nos está advirtiendo el no hacer de la madurez espiritual un requerimiento para el compañerismo. Sepamos distinguir entre el que es débil y el que es rebelde.
¿Por qué un creyente puede ser débil?  (a) Porque son niños en Cristo (1 Corintios 3:1; 14: 20; Efesios 4:14); (b) Porque pueden estar enfermos espiritualmente (Tito 1:13; 2:2); (c) Porque pueden estar desnutridos: les falta enseñanza (1 Timoteo 4:13); (d) Porque pueden estar faltos de ejercicio: necesitan exhortación (1 Timoteo 4: 7, 8, 13).
Una cosa muy cierta: El  hermano  fuerte  no  va  a  eliminar los  escrúpulos  del  hermano  débil, porque es tarea de cada quien hacerlo, sin embargo, Dios tiene comunión con ambos y a pesar de críticas que se pudieran dar, el Señor es poderoso para hacerle firme.
Una clave para este asunto es que cada uno esté convencido en su propia mente, es decir,  decisiones inteligentes y honestas en base a la capacidad  de cada uno. Esto habrá de llevar a decidir que tanto lo que se hace como lo que no se hace es para el Señor.
Anoto el versículo ocho  para meditar su contenido en el contexto de que ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí: “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos”.
Sana doctrina: Cristo murió y resucitó, y volvió a vivir para ser Señor de muertos y de vivos.

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