Abril 1, Lectura: Romanos
6:15-23
Fruto y fin
Una vez más la respuesta que el apóstol le da a una pregunta que
formula es: “en ninguna manera”. La pregunta en cuestión es: ¿“Pecaremos,
porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? Una vida habituada al
pecado no es compatible con aquel cuya vida es transformada por la gracia.
Alguien ha interpretado que el verbo “pecaremos”, como está en modo subjuntivo
se refiere a un solo acto. A veces nos apapachamos, nos toleramos, nos
solapamos.
Quien se somete como esclavo de alguien, es esclavo de él al
obedecerle, y la obediencia, según
corresponda, será para muerte o para justicia (v. 16). El apóstol cambia
el término de esclavo de la obediencia para justicia por el de “siervos de la
justicia” (v. 18).
Pablo vuelve a dibujar cierta conducta como lo hizo en versículos
anteriores, y que bueno que se repite,
porque eso significa que es muy importante. Esto es lo que plantea: Si antes nuestros miembros se pusieron
al servicio de la inmundicia, ahora, para santificación, han de ponerse al
servicio de la justicia (v. 19).
No hay fruto en las cosas que se hacen siendo esclavos del pecado,
porque el fin de ellas es muerte. En cambio, la libertad del pecado tiene como
fruto la santificación y como fin la vida eterna (vs. 21,22). Medite en la
enorme diferencia.
¿Por qué es esto así? Porque el pecado paga con muerte, pero Dios
tiene una dádiva para ti en Cristo Jesús: La vida eterna (v. 23).
Sana doctrina: (a) La paga del pecado es muerte; (b) La dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
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