Febrero 20, Lectura: Salmo 120:1-121:8
Salmo 120
Al leer este Salmo pensamos en Cristo, en los días de su carne. Su
oración en el huerto “estando en angustia”. Y como no, bebería la copa amarga
del dolor. “El labio mentiroso” nos recuerda a aquellos testigos falsos que se
presentaron la noche que fue juzgado por los hombres. Sus desencuentros con
fariseos y demás judíos que le hacían “guerra”, que aborrecían la “paz”, que se
ponían contra el “pacífico”. Qué triste es que aún ahora, hay personas que
siguen tratando así a quien dio la vida por ellos, muriendo en una cruz.
Salmo 121
Alcemos nuestros ojos a los cielos en gratitud a Dios, el Poderoso
Dios, que amó de tal manera al mundo, que envió a su Hijo unigénito, el mejor
socorro.
Por la fe en Cristo ahora ya no estamos caídos, estamos seguros.
Nuestro Dios, ahora nuestro Padre, nos cuida, nos guarda, camina con nosotros,
no nos agobian los problemas de la vida. Esto lo hace todos los días. ¡Qué Dios
tan maravilloso tenemos! ¡Gracias por su don inefable (2 Corintios 9:15)!
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