Febrero 28, Lectura: Salmo 135:1-21
La iglesia reunida, la iglesia presente en la casa de oración, lo está
por un propósito: alabar el nombre del Señor. Este ejercicio de piedad se lleva
a cabo por las siguientes razones: la bondad de Dios, su benignidad y porque nos
ha escogido para él (vs. 1-4). Esto que era una realidad para el pueblo, lo es
también para nosotros (Efesios 1:3-14).
El conocimiento que tenemos de nuestro Dios nos compromete (vs. 5-7):
Si es grande (vs. 8-13), debo estar a su altura como el hijo redimido que soy; si
no hay nadie como él, no debo postrarme ante nadie más (vs. 15-18); si es
soberano, mi voluntad debe rendirse a él (vs. 13, 14); y si me colma de sus
bendiciones, debo ser agradecido (vs. 19-21). Meditemos en esto (Efesios 3:14-21).
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