Febrero 6, Lectura: Salmo 114: 1-115:18
Salmo 114
El salmista nos lleva a pensar en la iglesia del Señor como un centro
de adoración, su “santuario”; y un conjunto de personas que tienen a Cristo
como su Señor, “su señorío”. En los siguientes versos describe como mares,
montes, la tierra, se rindieron a su presencia. ¿Por qué es tan difícil para el
hombre rendirse a su Señor? Le rogamos en el nombre del Señor Jesús que doble
su rodilla ante él y confiese él es el Señor, para gloria de Dios Padre
(Filipenses 2:10).
Salmo 115
Nunca del hombre ha de ser la
gloria que sólo el Señor ha de dar a su nombre. Si los hombres preguntan dónde
está el Dios en quién creemos, hemos de responder que está en los cielos. ¿Y el
de ellos? Son ídolos, están en sus manos porque son obras suyas. No les
funcionan sus sentidos al igual que quienes los hacen y los que confían en
ellos.
El pueblo ha de confiar en su Dios quien es su ayuda y escudo. Él es
quien los bendice, aumentando bendición sobre todos.
Los idolatras no alabarán al Señor porque están muertos, porque van al
silencio. Su pueblo si lo alabará por siempre. La vida de idolatría es una vida
extraviada (1 Corintios 12:2); un ídolo nada es en el mundo porque no hay más
que un Dios (1 Corintios 8:4). Sin embargo, guardaos de los ídolos (1 Juan
5:21).
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