Di a tu corazón: a
conformarnos,
Con lo que el sabio Dios nos provisiona,
Si bien, hacernos ricos
ilusiona,
¿Qué sabes tú si serlo es arruinarnos?
¿Qué podrás fomentar si te haces rico?
Le digo al corazón y no contesta,
Más la ágil conciencia me protesta:
¡Muchas cosas!, si quieres te las digo.
El corazón la mira de reojo,
¡Qué ingenua!, ríe y se soslaya así pensando,
Mientras los tres vamos andando,
Sin que la conciencia pueda disimular su enojo.
¡Qué insensato el corazón!
¡Qué necia la conciencia!
Que nos llevan a extraviarnos de la esencia.
Más yo también, torpe, que actúo
sin razón!
Bástenos Cristo y de este su abundancia,
Que no es terrenal, sino eterna, para siempre,
Y no le hagamos caso al vientre,
Que nos lleva a vivir en la arrogancia.
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