Mayo 4, Lectura: Oseas 10:1-15
Prosperidad
Muchas veces la prosperidad daña, como en este caso a Israel, que la
usó para fomentar la idolatría. La implantó en su corazón dividiéndolo. Por esa
razón son hallados culpables y el Señor
destruirá altares e ídolos.
“No tenemos rey”. Esta frase nos lleva a pensar en un trono vacío. Israel
había hecho pacto con otras naciones que el poder de estas lo dominaban. Medite
en esto y pregúntese: ¿quién está sentado en el trono de su vida?
La idolatría le trajo a Israel: temor, vergüenza y destrucción. El
clamor por esto será como el que harán los moradores de la tierra en los
últimos tiempos: “Y dirán a los montes: Cubridnos; y a los collados: Caed sobre
nosotros”.
La labor del campo sirve de figura para amonestar al pueblo. Se
contrastan dos tipos de labor. Escojamos la que tiene que ver con la justicia. Israel
había sembrado la semilla de impiedad, por eso había cosechado iniquidad. Por
confiar en sí mismo y en su poder militar comería fruto de mentira. La siembra
que les convenía era la justicia para segar misericordia. La labor del campo obedece
a tiempos, era tiempo de buscar al Señor. Hoy también es tiempo: búscale de
todo corazón. Abre barbecho; eres tierra dura, te resistes a la semilla de la
Palabra. No lo hagas más, permite que entre a tu corazón y que germine, y que
produzca a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Deja que Dios resplandezca en
tu corazón, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
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