Mayo 8, Lectura: Oseas 14:1-9
Cree, ten fe en Cristo
El pecado derriba, pero quien está en esta condición debe saber que
Dios aún le llama. Escuche su voz y permita que el Señor le levante. Pero tenga
en cuenta que deberá decirle esto: “Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y
te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”. Con el mismo sentir aunque en
otros términos el apóstol Pablo dice palabras parecidas: “Porque la gracia de
Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que,
renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio
a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí
un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14). Esto es misericordia
divina.
El Señor sana la rebelión, ama de pura gracia y aparta su ira. Promete
ser bendición, embellecer con virtudes, dar fortaleza, dignidad, olor grato, vida
fructífera y más. Pero se requiere que quien se halle en dicha situación sea
sabio y prudente, porque los caminos del Señor son rectos y sólo los justos podrán andar en ellos, los
rebeldes no.
Leemos en las Escrituras lo siguiente: “Justificados (ser hechos
justos) pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (Romanos 5:1). Cristo nos hizo justo para que podamos andar en los
caminos del Señor. El requisito creerlo, tener fe. Hágalo.
Terminan nuestras meditaciones acerca del Libro
de Oseas.
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