Mayo 10, Lectura: Amós 1:11-2:5
“No revocaré su castigo” II
Decíamos ayer de ocho sentencias, hoy también asentamos que, después
de decir el Señor la causa de su sentencia, procedía un juicio; hoy continuamos
con los juicios sobre Edom, Amón, Moab y Judá.
¿Qué hizo Edom? Hemos de aprender que muchas de las naciones
mencionadas por la Biblia, llevan el nombre del padre de quien provienen sus
descendientes. En este caso Edom, que significa rojo, es Esaú, hermano de
Jacob, hijos de Isaac y Rebeca. El nombre de Edom alude al guisado rojo por el
que este hombre vendió su primogenitura (Génesis 25:27-34). Pero, ¿qué hizo
Edom? “Persiguió a espada a su hermano, y violó todo afecto natural; y en su
furor le ha robado siempre, y perpetuamente ha guardado el rencor” (1:11). La
enemistad entre hermanos daña mucho el corazón y puede llevar a actos que
afecten el patrimonio del otro. Lo triste de esto es que muchas de las veces el
rencor hace más fuerte la separación (Proverbios 18:19, 24). El juicio es con
fuego sobre Temán, ciudad reconocida por
su sabiduría y a sus palacios (1:12).
¿Qué hizo Amón? Este pueblo proviene de uno de los dos hijos de Lot,
sobrino de Abraham (Génesis 19:38). Pero, ¿qué hizo Amón? Abrieron a las
mujeres de Galaad que estaban encintas, todo para ensanchar sus tierras (1:
13). Terminar con la vida de otro es pecado, pero segar la vida de aquel está
por nacer es maldad extrema. Hoy, el hombre de este tiempo, mediante sus leyes,
pretende establecer que cometer esta maldad sea natural, normal, como si una
ley pudiera ocultar esta atrocidad delante de Dios. El juicio es de fuego a sus
muros y palacios y cautiverio a su gente importante (1:14, 15).
¿Hizo Moab? Este hombre fue el
otro hijo de Lot. La nación “quemó los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos”
(2:1). Crueldad es lo que castiga el Señor. El juicio es de fuego a sus
palacios y la justicia vuelta contra los privilegiados (2:2,3).
¿Qué hizo Judá? Menospreciaron la ley de Jehová, no guardaron sus
ordenanzas y erraron con las mismas mentiras en las que anduvieron sus padres
(2: 4). Que se tenga en poco la Palabra de Dios, que no se obedezca, porque se
cree que lo que nos enseñaron nuestros padres es mejor, tiene consecuencias
eternas. El fuego consumiría los palacios de Jerusalén. ¿Cuándo le presentan a Cristo para que él sea
su Salvador, dice usted que no, porque usted sigue lo que le enseñaron sus
padres? ¿No teme las consecuencias? ¡Tema!
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