lunes, 11 de mayo de 2020

Más que la miel


Mayo 11, Lectura: Amós 2: 6-16
“No revocaré su castigo” III
Terminamos las sentencias con Israel, ¿qué hizo? Se pronuncian una serie de acciones malas que tienen que ver con  injusticia, a pesar de que Dios les había librado de lo mismo, sacándolos de Egipto y destruyendo a las naciones que habitaban la tierra que había prometido que les daría. Muchas veces somos igual a ellos, nos molesta que nos traten injustamente, pero cuando nosotros lo hacemos, creemos estar bien, y nos sentimos bien. Esto dice la Biblia: “El que hace justicia (rectitud) es justo, como él es justo” (1 Juan 3:7).
¿Qué es vender por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos (v. 6)? En principio es poner por encima de los valores de la justicia y la compasión el materialismo y la vana comodidad que esta trae. Un mal de nuestros tiempos, en muchos de los gobiernos de la tierra, ¿y de nosotros?
¿Qué es pisotear en el polvo las cabezas de los desvalidos, y torcer el camino de los humildes (v. 7)? Es reducir al hombre a nada, quitándoles su dignidad y, peor aún, busca tergiversar sus pensamientos e ideales. Cristo no hace esto, ni aún con el peor de los pecadores, él tiene mejores ideales para todos los hombres (Mateo 11:28,29). Una acción más de la que se acusa a Israel es abominación (v. 7).
¿Qué es acostarse junto a cualquier altar sobre las ropas empeñadas y beber el vino de las multitudes en las casas de sus dioses? Es despojar al pobre de sus pertenencias solapados por  la religión, la que al no prohibir la embriaguez, sino que la patrocina, tolera verlos borrachos postrándose ante sus dioses, que son algo más que ídolos (1 Corintios 10:19,20).
¿Qué es dar de beber vino a los nazareos y mandar a los profetas a que no profeticen? Es poner tropiezo a los que han decidido dedicar su vida a Dios, llevándolos a gozos de los que voluntariamente quisieron abstenerse. La cuestión de los profetas va más allá de no conocer la Palabra de Dios, comprende el rechazo a la verdad del Evangelio.
¡Qué incómodo es estar apretado; es estar maniatado! Dios dice a Israel que les hará esto, que los maniatará, como se aprieta el carro lleno de gavillas. ¿De qué podrán servir las armas, la habilidad, la fuerza, la valentía o la confianza en uno mismo? Ni el valiente librará su vida, al contrario, será avergonzado. Si tan sólo fuéramos “capaces de comprender…la anchura, la longitud, la profundidad y la altura” del amor de Cristo (Efesios 3:18, 19), seríamos felices.

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