Octubre 29 Lectura: Salmo 95: 1-96:13
Salmo 95
Pensemos en las dos veces que se da la orden de venir y en la manera
en cómo se manda hacerlo.
La primera vez es para venir a aclamar con alegría y con cánticos,
cantar con júbilo y llegar a la presencia del Señor con alabanza (vs. 1-3). Observe
las cuatro cosas que hemos de traer: alegría (Judas 24), cánticos (Colosenses
3:16), júbilo (Filipenses 4:4) y alabanza (Efesios 5:19).
La razón para hacerlo es porque Jehová es Dios y Rey grande sobre
todos los dioses. Lo que sustenta esto es
lo que está en su mano y lo que
es suyo (vs. 4,5). Poder es lo sobresaliente en esto (Judas 24).
La segunda vez es para venir a adorar postrados y arrodillados delante
de nuestro Hacedor (v. 6; Juan 4:24).
La razón es porque “él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su
prado, y ovejas de su mano (v. 7; Juan 10:27-29).
Salmo 96
“Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrendas…” (v. 8). Quien
honra se da. Que esto sea notorio en nuestra vida.
“Adorad a Jehová en la
hermosura de la santidad; temed”… (v. 9). La santidad es esencial a la
adoración, es conveniente, temamos (Salmo 93:5).
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